La reforma de Josías
2 Reyes 22:1-23:30, ~7 mins
22 Cuando Josías comenzó a reinar tenía ocho años, y reinó en Jerusalén 31 años. El nombre de su madre fue Jedida, hija de Adaía, de Boscat. 2 Hizo lo recto ante Yavé, anduvo en todo el camino de David su antepasado y no se apartó ni a la derecha ni a la izquierda.
3 El año 18 del rey Josías aconteció que el rey envió a Safán, hijo de Azalías, hijo del escriba Mesulam, a la Casa de Yavé y le dijo: 4 Vé al sumo sacerdote Hilcías y dile que recoja el dinero que fue traído a la Casa de Yavé, que los guardianes de la puerta recogieron del pueblo, 5 y lo entreguen en manos de los que supervisan el arreglo de la Casa de Yavé, a fin de que lo entreguen a los que hacen la obra para reparar las grietas de la Casa, 6 es decir, a los carpinteros, constructores y albañiles para comprar madera y piedra labrada a fin de reparar la Casa. 7 Que no se les pida cuenta del dinero que entregan en sus manos, porque trabajan con fidelidad.
8 Entonces el sumo sacerdote Hilcías dijo al escriba Safán: ¡Hallé en la Casa de Yavé el Rollo de la Ley! Hilcías entregó el Rollo a Safán, quien lo leyó. 9 El escriba Safán fue al rey y le llevó respuesta: Tus esclavos sacaron el dinero que se halló en la Casa, y lo entregaron en manos de los supervisores de los trabajos en la Casa de Yavé. 10 El escriba Safán también informó al rey: El sacerdote Hilcías me entregó un rollo. Y Safán lo leyó delante del rey.
11 Aconteció que cuando el rey escuchó las palabras del Rollo de la Ley, rasgó sus ropas. 12 Luego el rey dio orden al sacerdote Hilcías, a Ahicam, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Micaías, al escriba Safán, y a Asaías esclavo del rey, y dijo: 13 Vayan y consulten a Yavé por mí, por el pueblo y por todo Judá, con respecto a las Palabras de este rollo que se halló. Grande es la ira de Yavé que se encendió contra nosotros, porque nuestros antepasados no escucharon las Palabras de este rollo con el fin de hacer según todo lo que fue escrito para nosotros.
14 El sacerdote Hilcías y Ahicam, Acbor, Safán y Asaías fueron a la profetisa Hulda, esposa de Salum, hijo de Ticva, hijo de Harhas, guardián de las ropas, quien vivía en el segundo sector de Jerusalén, y hablaron con ella.
15 Y ella les dijo: Yavé ʼElohim de Israel dice: Digan al varón que los envió a mí: 16 Yavé dice: Ciertamente Yo traigo el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, como dicen las Palabras del rollo que leyó el rey de Judá, 17 porque me abandonaron y quemaron incienso a otros ʼelohim para provocarme a ira con toda la obra de sus manos. Así pues, mi ira se encendió contra este lugar y no será apagada.
18 Pero al rey de Judá, que los envió a consultar a Yavé, le dirán: Yavé ʼElohim de Israel dice: Las Palabras que oíste se cumplirán, 19 pero porque tu corazón se enterneció, te humillaste delante de Yavé al escuchar lo que hablé contra este lugar y sus habitantes, que ellos serán una desolación y maldición, y tú rasgaste tus ropas y lloraste delante de Mí, Yo también escuché, dice Yavé.
20 Por tanto, ciertamente Yo te recogeré con tus antepasados. Serás llevado a tu sepulcro en paz y tus ojos no verán todo el mal que Yo traigo sobre este lugar. Y ellos llevaron la respuesta al rey.
23 Entonces el rey convocó a todos los ancianos de Judá y Jerusalén para que se reunieran con él. 2 El rey subió a la Casa de Yavé, y todo hombre de Judá y todos los habitantes de Jerusalén iban con él, así como los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor. Entonces él leyó a oídos de ellos todas las Palabras del rollo del Pacto que fue hallado en el Templo de Yavé. 3 El rey se colocó en pie junto a la columna. Hizo pacto delante de Yavé de seguirlo, guardar sus Mandamientos, Testimonios y Preceptos con todo el corazón y toda el alma, y cumplir las Palabras del Pacto escritas en ese rollo. Y todo el pueblo confirmó el Pacto.
4 El rey ordenó al sumo sacerdote Hilcías, a los sacerdotes de segundo orden y a los guardianes de la entrada, que sacaran del Santuario de Yavé todos los utensilios hechos para baal, Asera y todo el ejército del cielo. Los quemó fuera de Jerusalén, en los campos del Cedrón, y llevó sus cenizas a Bet-ʼEl.
5 Destituyó a los sacerdotes idólatras que los reyes de Judá designaron para quemar incienso en los lugares altos, las ciudades de Judá y los alrededores de Jerusalén. También destituyó a los que quemaban incienso a baal, al sol y a la luna, a Mazzalot y a todo el ejército del cielo.
6 Sacó la Asera de la Casa de Yavé, y la llevó fuera de Jerusalén, al torrente de Cedrón. Allí la quemó hasta reducirla a cenizas y echó sus cenizas sobre las tumbas del pueblo común.
7 Derribó además las viviendas de los sodomitas dedicados a la prostitución las cuales estaban en la Casa de Yavé, donde las mujeres tejían tiendas para la Asera.
8 Llamó a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, declaró impuros los lugares altos donde los sacerdotes quemaban incienso, desde Geba hasta Beerseba, y destruyó los lugares altos de las puertas que estaban en la entrada del portón de Josué, gobernador de la ciudad, a la izquierda de la entrada a la ciudad. 9 Pero a los sacerdotes de los lugares altos no se les permitió subir al altar de Yavé en Jerusalén, aunque sí comían panes sin levadura entre sus hermanos.
10 También declaró impuro a Tofet, que está en el valle del hijo de Hinom, para que nadie hiciera pasar por fuego a su hijo o a su hija en honor a Moloc. 11 Quitó también los caballos que los reyes de Judá dedicaron al sol en la entrada a la Casa de Yavé, junto a la cámara de Natán-melec, el funcionario que tenía a su cargo las dependencias, y quemó los carruajes del sol en el fuego.
12 Asimismo, el rey demolió los altares que los reyes de Judá hicieron en la azotea del aposento superior de Acaz, y los altares que Manasés erigió en los dos patios de la Casa de Yavé. Los destrozó allí y echó sus cenizas en el torrente de Cedrón.
13 Del mismo modo el rey declaró impuros los lugares altos que estaban al este de Jerusalén, a la mano derecha de la Montaña de la Destrucción, que Salomón, rey de Israel, dedicó a Astarot, repugnancia de los sidonios, a Quemos, repugnancia de Moab, y a Milcom, repugnancia de los hijos de Amón. 14 También destrozó las estatuas, taló las Aseras y llenó aquellos sitios con huesos de hombres.
15 Además destrozó el altar que estaba en Bet-ʼEl y el lugar alto que hizo Jeroboam, hijo de Nabat, por medio del cual indujo a pecar a Israel. Destrozó tanto ese altar como el lugar alto. Quemó el lugar alto, lo redujo a cenizas y quemó la Asera. 16 Al regresar, Josías vio los sepulcros que estaban allí en la montaña y envió a recoger los huesos de los sepulcros. Los quemó sobre el altar y los declaró impuros, según la Palabra de Yavé que habló el varón de ʼElohim que anunció estas cosas.
17 Y preguntó: ¿Qué monumento es éste que veo?
Y los hombres de la ciudad le respondieron: Es el sepulcro del varón de ʼElohim que vino de Judá y proclamó estas cosas que hiciste contra el altar de Bet-ʼEl. 18 Y él dijo: Déjenlo, que nadie mueva sus huesos.
19 Josías también quitó todos los santuarios de los lugares altos que había en las ciudades de Samaria, que los reyes de Israel hicieron para provocar a ira a Yavé. Hizo con ellos como hizo en Bet-ʼEl. 20 Además mató sobre los altares a todos los sacerdotes de los lugares altos que estaban allí, quemó sobre ellos huesos humanos y regresó a Jerusalén.
21 Luego el rey ordenó a todo el pueblo: Celebren la Pascua para Yavé su ʼElohim, según lo escrito en este rollo del Pacto. 22 En verdad no fue celebrada una Pascua como ésta desde los días de los jueces que juzgaron a Israel, ni en todos los días de los reyes de Israel y los reyes de Judá. 23 El año 18 del rey Josías fue celebrada esta Pascua para Yavé en Jerusalén.
24 Josías también eliminó a los médium y los espiritistas, los ídolos domésticos y todos los ídolos repugnantes, y todos los ídolos detestables que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las Palabras de la Ley escritas en el rollo que el sacerdote Hilcías halló en la Casa de Yavé.
25 Ningún rey hubo como él antes de él, que se convirtiera a Yavé con todo su corazón, toda su alma y toda su fuerza, según toda la Ley de Moisés, ni tampoco se levantó otro igual después de él.
26 Sin embargo, Yavé no desistió del ardor de su gran ira, pues su ira se encendió contra Judá a causa de todas las provocaciones con las cuales lo provocó Manasés. 27 Y Yavé dijo: Como aparté a Israel de mi Presencia, también apartaré a Judá, y desecharé a esta ciudad que escogí, a Jerusalén, y la Casa de la cual dije: Allí estará mi Nombre.
28 Todo lo que hizo Josías, ¿no está escrito en el rollo de las Crónicas de los reyes de Judá?
29 En aquellos días, Faraón Necao, rey de Egipto, subió hacia el río Éufrates a enfrentarse al rey de Asiria, y el rey Josías salió contra él. Pero cuando Faraón Necao lo vio, lo mató en Meguido. 30 Sus esclavos lo colocaron en un carruaje, lo llevaron muerto desde Meguido a Jerusalén y lo sepultaron en su sepulcro.
Después el pueblo de la tierra tomó a Joacaz, hijo de Josías, lo ungieron y lo proclamaron rey en lugar de su padre.