Los hermanos de José van a Egipto
escrito por Moisés* en Génesis 42:1-45:28, 46:28-30, ~14 mins
42 Jacob, al considerar que había grano en Egipto, dijo a sus hijos: ¿Por qué se miran unos a otros? 2 Y añadió: Miren, oí que hay grano en Egipto. Bajen allá y compren algo para nosotros a fin de que vivamos y no muramos.
3 Bajaron, pues, diez de los hermanos de José a comprar grano en Egipto. 4 Pero Jacob no envió a Benjamín, hermano de José, con sus hermanos, porque dijo: No sea que le ocurra alguna calamidad. 5 Así que los hijos de Israel fueron a comprar grano entre los que iban, pues la hambruna estaba en la tierra de Canaán.
6 José era el gobernante del país, el que vendía a todo el pueblo de la tierra. Entonces los hermanos de José llegaron y se postraron ante él con su rostro en tierra. 7 José vio a sus hermanos y los reconoció, pero fingió ser un extraño para ellos, y les habló duramente. Y les preguntó: ¿De dónde vinieron? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán a comprar alimento.
8 Así que José reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron. 9 Al acordarse José de los sueños que tuvo con respecto a ellos, los acusó: ¡Ustedes son espías! ¡Vinieron para ver lo desprotegido del país!
10 Pero ellos le contestaron: No, ʼadón nuestro, tus esclavos vinimos a comprar alimento. 11 Todos nosotros somos hijos de un mismo hombre. Somos honestos. Tus esclavos no somos espías.
12 Pero él les dijo: ¡No! Vinieron a ver lo desprotegido del país.
13 Entonces ellos respondieron: Tus esclavos somos 12 hermanos, hijos de un varón de la tierra de Canaán, y mira, el menor está hoy con nuestro padre, y el otro desapareció.
14 Pero José les dijo: Es lo que les digo: ¡Son espías! 15 En esto serán probados: Vive Faraón, que no saldrán de aquí hasta cuando venga aquí su hermano menor. 16 Envíen a uno de ustedes para que traiga a su hermano. Entre tanto, queden ustedes detenidos y sean comprobadas sus palabras, si hay verdad en ustedes, y si no, ¡vive Faraón, que son espías! 17 Y los envió todos juntos a la cárcel por tres días.
18 Pero al tercer día José les dijo: Hagan esto y vivirán. Yo temo a ʼElohim. 19 Si son honestos, uno de los hermanos quede encarcelado mientras los demás van y llevan el grano para el hambre de sus familias. 20 Pero me traerán a su hermano menor para que sus palabras sean verificadas, y no morirán. E hicieron así.
21 Cada cual decía a su hermano: Ciertamente somos culpables por nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos. Por eso vino sobre nosotros esta angustia.
22 Entonces Rubén les respondió: ¿No les hablé: No pequen contra el muchacho? Pero no me escucharon, y ahora, ciertamente, nos es demandada su sangre. 23 Ellos no sabían que José entendía, porque había un traductor entre ellos.
24 Entonces él se apartó y lloró. Después volvió a ellos y les habló, y al tomar de entre ellos a Simeón, lo ató delante de ellos.
25 Entonces José ordenó que llenaran sus sacos de grano, devolvieran la plata de cada uno de ellos a su saco y les dieran provisiones para el camino. Y así se hizo con ellos. 26 Ellos cargaron su grano sobre sus asnos y salieron de allí.
27 Pero en la posada, al abrir uno de ellos su saco para dar forraje a su asno, vio que ahí estaba su dinero en la boca de su saco. 28 Dijo a sus hermanos: ¡Mi plata fue devuelta, y miren, está en mi saco!
Entonces el corazón se les sobresaltó y espantados se dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que ʼElohim nos hizo?
29 Cuando llegaron a su padre Jacob en tierra de Canaán, le contaron todas las cosas que les sucedieron y dijeron: 30 Aquel hombre, el ʼadón de aquella tierra nos habló cosas duras y nos trató como a espías de aquel país. 31 Pero le dijimos: Nosotros somos honestos, no somos espías. 32 Somos 12 hermanos, hijos de nuestro padre, uno no aparece, y el menor está hoy con nuestro padre en la tierra de Canaán.
33 Aquel hombre, el ʼadón de aquella tierra, nos dijo: En esto sabré que ustedes son honestos. Dejen a uno de sus hermanos conmigo, y tomen grano para el hambre de sus familias y váyanse. 34 Tráiganme a su hermano menor, y así sabré que no son espías, que son honestos. Les devolveré a su hermano y podrán negociar en el país.
35 Sucedió que al vaciar ellos sus sacos, ahí estaba la bolsa de dinero de cada uno en su saco. Y al ver ellos y su padre las bolsas de dinero tuvieron temor. 36 Entonces su padre Jacob les dijo: Ustedes me privaron de hijos: José ya no está, Simeón tampoco está, y quieren llevarse a Benjamín. ¡Todas estas cosas están contra mí!
37 Rubén habló a su padre: Ordena que mueran mis dos hijos si no te lo traigo. Entrégalo en mi mano, que yo te lo devolveré.
38 Pero él respondió: Mi hijo no bajará con ustedes, pues su hermano murió y quedó él solo. Si alguna desgracia le acontece en el camino por donde van, harán descender mis canas con dolor al Seol.
43 Pero la hambruna era severa en aquella tierra. 2 Ocurrió que, cuando acabaron de comer el grano que llevaron de Egipto, su padre les dijo: Vuelvan y compren un poco de alimento para nosotros.
3 Judá le respondió: Aquel hombre nos advirtió seriamente: No verán mi rostro a menos que su hermano venga con ustedes. 4 Si envías a nuestro hermano con nosotros, bajaremos y te compraremos alimento, 5 pero si no lo envías, no bajaremos, porque aquel hombre nos dijo: No verán mi rostro, a menos que su hermano esté con ustedes.
6 E Israel preguntó: ¿Por qué me hicieron tanto mal al declarar a ese hombre que tenían otro hermano?
7 Ellos respondieron: Aquel hombre nos preguntó expresamente con respecto a nosotros y de nuestra parentela: ¿Vive aún su padre? ¿Tienen otro hermano? Y le declaramos conforme a estas preguntas. ¿Sabíamos que él diría: Hagan bajar a su hermano?
8 Judá dijo a su padre Israel: Envía al joven conmigo, así nos levantaremos e iremos para que vivamos y no muramos también nosotros, también tú, y también nuestros pequeños. 9 Yo salgo fiador por él. A mí mismo me pedirás cuentas por él. Si no te lo devuelvo y lo coloco delante de ti, seré culpable ante ti todos los días. 10 Si no hubiéramos demorado, ciertamente ya habríamos vuelto dos veces.
11 Su padre Israel respondió: Si tiene que ser así, háganlo. Tomen de lo mejor de la tierra en sus sacos y lleven obsequios a aquel varón, un poco de bálsamo, un poco de miel, especias, mirra, nueces y almendras. 12 Lleven en sus manos el doble de la plata y lleven en su mano la plata devuelta en las bocas de sus sacos, pues quizás fue un error. 13 Tomen a su hermano, levántense y vuelvan ante aquel hombre. 14 Y que ʼEL-Shadday les conceda gran misericordia ante aquel hombre, y les suelte a su otro hermano, y a Benjamín. Y si tengo que quedar privado de hijos, ¡que quede privado de mis hijos!
15 Entonces los hombres, al tomar los obsequios, el doble de plata en su mano, y a Benjamín, se levantaron y bajaron a Egipto para presentarse ante José. 16 Cuando José vio a Benjamín con ellos, dijo al administrador de su casa: Ordena que esos varones entren en la casa, degüella un animal y prepáralo, porque estos varones comerán conmigo a mediodía.
17 El hombre hizo como José dijo, y los hizo entrar en casa de José. 18 Los hombres tuvieron temor cuando fueron conducidos a casa de José, pues decían: Por el asunto de la plata que fue devuelta en nuestros sacos la primera vez somos traídos acá, para atacarnos, abalanzarse sobre nosotros y tomarnos como esclavos a nosotros y a nuestros asnos.
19 Entonces llegaron al administrador de la casa de José, y le hablaron en la puerta de la casa: 20 ¡Ay, ʼadón nuestro! Nosotros ciertamente bajamos la primera vez a comprar alimento, 21 pero sucedió que cuando llegamos a la posada y abrimos nuestros sacos, la plata de cada uno estaba en la boca de su saco, nuestra plata en su justo peso. Por eso la volvimos a traer en nuestras manos. 22 Trajimos otra plata para comprar alimento. No sabemos quién puso nuestra plata en los sacos.
23 Y él respondió: Paz a ustedes, no teman. El ʼElohim de ustedes y el ʼElohim de su padre les dio un tesoro escondido en sus sacos. La plata de ustedes llegó a mí. Y les sacó a Simeón.
24 Entonces el hombre ordenó a aquellos varones que entraran en la casa de José. Les dio agua y lavaron sus pies, y dio forraje a sus asnos. 25 Ellos prepararon el presente para la llegada de José al mediodía, pues oyeron que allí iban a comer los alimentos.
26 Cuando José llegó a la casa, ellos le presentaron los regalos que tenían en sus manos, y se postraron a tierra ante él. 27 Entonces les preguntó cómo estaban: ¿Está bien su padre, el anciano del cual hablaron? ¿Vive aún?
28 Y ellos respondieron: Tu esclavo nuestro padre está bien, aún vive. Hicieron reverencia y se postraron.
29 Y él levantó sus ojos y vio a su hermano Benjamín, hijo de su madre, y preguntó: ¿Es éste su hermano menor, de quien me hablaron? Y añadió: ʼElohim tenga de ti misericordia, hijo mío. 30 José se apresuró a salir, porque su ser interno estaba conmovido por causa de su hermano. Buscó dónde llorar, y entró en su cámara y lloró allí.
31 Después se lavó el rostro y salió. Luego de refrenarse, ordenó: ¡Sirvan los alimentos!
32 Pero sirvieron separadamente para ellos y por separado para los egipcios que comían con él, pues los egipcios no podían comer alimentos con los hebreos, porque eso era repugnancia para los egipcios.
33 Ellos se sentaron ante él, el primogénito conforme a su primogenitura, y el menor conforme a su menor edad. Y aquellos varones estaban atónitos y se miraban el uno al otro. 34 Luego él tomó porciones de delante de él para ellos, pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que las porciones de todos ellos. Bebieron y se alegraron con él.
44 Luego él ordenó al administrador de su casa: Llena de comida los sacos de estos hombres, tanto como puedan llevar, y pon la plata de cada uno en la boca de su saco. 2 Y pon mi copa de plata en la boca del saco del menor con la plata de su grano. E hizo conforme a la palabra que le habló José.
3 Cuando rayó el alba, aquellos varones fueron despedidos con sus asnos. 4 Ellos salieron de la ciudad, y no se habían alejado cuando José dijo al administrador de su casa: Levántate y persigue a esos hombres, y cuando los alcances, diles: ¿Por qué pagaron mal por bien? 5 ¿No es esta la copa en la cual mi ʼadón bebe y suele adivinar con ella? Obraron mal en lo que hicieron.
6 Cuando él los alcanzó les dijo estas palabras. 7 Y ellos le contestaron: ¿Por qué nuestro ʼadón dice tales cosas? ¡Lejos esté de tus esclavos hacer tal cosa! 8 Mira, la plata que hallamos en la boca de nuestros sacos te la volvimos a traer desde la tierra de Canaán. ¿Cómo, pues, robaríamos plata u oro de la casa de tu ʼadón? 9 Aquel de tus esclavos en quien sea hallada la copa, que muera, y nosotros también seremos esclavos de mi ʼadón.
10 Y él dijo: Sea ahora conforme a sus palabras. Aquél en cuyo poder se halle será mi esclavo, y ustedes serán inocentes.
11 Se apresuraron a bajar cada uno su saco a tierra. Cada cual abrió su saco. 12 Él comenzó a registrar desde el mayor y terminó con el menor, y la copa fue hallada en el saco de Benjamín. 13 Entonces ellos rasgaron sus ropas, y cada uno cargó su asno y regresaron a la ciudad.
14 Judá llegó con sus hermanos a la casa de José. Él estaba aún allí, y cayeron a tierra delante de él. 15 José les preguntó: ¿Qué acción es esta que realizaron? ¿No saben que un hombre como yo puede en verdad adivinar?
16 Entonces Judá contestó: ¿Qué diremos a nuestro ʼadón? ¿Qué hablaremos? ¿Cómo nos justificaremos? ʼElohim descubrió la iniquidad de tus esclavos. Aquí estamos. Somos esclavos de mi ʼadón, nosotros y también aquél en cuyo saco fue hallada la copa.
17 Pero él dijo: Lejos de mí hacer esto. El hombre en cuyo saco fue hallada la copa será mi esclavo. Ustedes suban en paz a su padre.
18 Entonces Judá se acercó a él y le dijo: ¡Ay, ʼadón mío! Te ruego que permitas que tu esclavo hable una palabra a oídos de mi ʼadón. No se encienda tu ira contra tu esclavo, porque eres igual a Faraón. 19 Mi ʼadón preguntó a sus esclavos: ¿Tienen padre o hermano? 20 Nosotros dijimos a nuestro ʼadón: Tenemos un padre anciano y un joven menor que le nació en su vejez. Su hermano murió. Solo él quedó de su madre, y su padre lo ama.
21 Dijiste a tus esclavos: Tráiganmelo para que lo vea.
22 Entonces nosotros dijimos a nuestro ʼadón: El joven no puede abandonar a su padre, porque si lo abandona, su padre muere.
23 Dijiste a tus esclavos: A menos que su hermano menor baje con ustedes, no volverán a ver mi rostro.
24 Aconteció que cuando llegamos a tu esclavo, nuestro padre, le referimos las palabras de mi ʼadón. 25 Nuestro padre dijo: Vuelvan a comprar un poco de alimento para nosotros. 26 Pero nosotros dijimos: No podemos bajar. Si nuestro hermano menor va con nosotros, bajaremos, porque no podremos ver el rostro de aquel hombre si no está con nosotros nuestro hermano menor.
27 Entonces tu esclavo, mi padre, nos dijo: Ustedes mismos saben que mi esposa me dio a luz dos. 28 El uno salió de mi lado, y dije: Ciertamente fue destrozado. Hasta ahora no lo volví a ver. 29 Y si toman también a éste de mi presencia y le sucede alguna desgracia, harán descender mis canas con dolor al Seol.
30 Y ahora, cuando yo llegue ante tu esclavo, mi padre, y el joven no esté con nosotros, como su vida está ligada a la vida de él, 31 sucederá que cuando vea que el joven no está, morirá, y tus esclavos habrán hecho descender con dolor al Seol las canas de tu esclavo, nuestro padre. 32 Porque yo, tu esclavo, quedé como fiador del joven ante mi padre, y dije: Si no te lo traigo, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre.
33 Por tanto, te ruego ahora que tu esclavo quede como esclavo de mi ʼadón en lugar del joven, y que el joven suba con sus hermanos. 34 Porque ¿cómo iré yo a mi padre si el joven no está conmigo? ¡No vea yo el mal que le vendrá a mi padre!
45 José ya no podía contenerse ante todos los que estaban a su lado y exclamó: ¡Saquen de mi presencia a todos! Nadie quedó con él cuando José se dio a conocer a sus hermanos. 2 Entonces alzó su voz con llanto. Lo oyeron los egipcios y lo oyó la casa de Faraón.
3 José dijo a sus hermanos: ¡Yo soy José! ¿Vive aún mi padre? Sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él.
4 Entonces José dijo a sus hermanos: ¡Acérquense a mí, les ruego! Ellos se acercaron, y él dijo: Yo soy su hermano José, a quien ustedes vendieron para Egipto. 5 Ahora pues, no se entristezcan ni les pese por haberme vendido acá, pues ʼElohim me envió delante de ustedes para preservar la vida. 6 Porque ya hubo dos años de hambruna en la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales no habrá siembra ni cosecha. 7 Por eso ʼElohim me envió delante de ustedes con el propósito de preservar un remanente en la tierra para ustedes y mantenerlos vivos por medio de una gran liberación.
8 Así que, no me enviaron ustedes acá, sino ʼElohim. Él me colocó como un padre para Faraón, ʼadón de toda su casa y gobernador en toda la tierra de Egipto.
9 Dense prisa, suban hasta mi padre y díganle: Así dice tu hijo José: ʼElohim me estableció como ʼadón de todo Egipto. Desciende a mí, no te detengas. 10 Vivirás en la tierra de Gosén y estarás cerca de mí, tú y tus hijos, y los hijos de tus hijos, tus rebaños y tus manadas de ganado vacuno y todo lo que tienes. 11 Allí te sustentaré, pues aún quedan cinco años de hambruna, para que no lleguen a la pobreza, tú y tu casa, y todo lo que tienes.
12 Por cierto, los ojos de ustedes pueden ver, y los ojos de mi hermano Benjamín, que es mi boca la que les habla. 13 Tienen que informar a mi padre de todo mi esplendor en Egipto y todo lo que vieron. Tienen que darse prisa y traigan a mi padre acá.
14 Entonces se echó sobre el cuello de su hermano Benjamín, y lloró, y Benjamín lloró en el cuello de él. 15 Besó a todos sus hermanos y lloró sobre ellos. Después sus hermanos hablaron con él.
16 En el palacio de Faraón una voz fue oída que decía: Vinieron los hermanos de José. Y esto agradó a Faraón y a sus esclavos. 17 Faraón dijo a José: Dí a tus hermanos: Hagan esto. Carguen sus bestias y vayan. Entren en la tierra de Canaán. 18 Luego tomen a su padre y a sus familias, y vengan a mí. Yo les daré lo bueno de la tierra de Egipto, y comerán de la abundancia del país.
19 Mándales también: Tomen carrozas de la tierra de Egipto para sus pequeños y sus esposas. Traigan a su padre y vengan. 20 Y no se preocupen por sus enseres, porque lo mejor de toda la tierra de Egipto es de ustedes.
21 Así lo hicieron los hijos de Israel. José les dio carrozas conforme a la orden de Faraón y les dio provisiones para el camino. 22 A todos ellos les dio mudas de ropa y a Benjamín le dio 300 piezas de plata y cinco mudas de ropa. 23 A su padre envió diez asnos cargados de lo mejor de Egipto, y diez asnas cargadas de trigo, pan y víveres para el viaje de su padre. 24 Despidió a sus hermanos y salieron. Y les dijo: No discutan por el camino.
25 Subieron de Egipto y llegaron a la tierra de Canaán, a su padre Jacob.
26 Le dieron las noticias y dijeron: ¡José aún vive y es gobernador en toda la tierra de Egipto! Pero Jacob estaba afligido, pues no les creía. 27 Pero ellos le dijeron todas las palabras que José les dijo, y al ver las carrozas que José envió para llevarlo, el espíritu de su padre Jacob revivió.
28 Entonces Israel dijo: ¡Basta! ¡Mi hijo José aún vive! Iré y lo veré antes que yo muera.
28 Jacob envió a Judá delante de él a la casa de José para que preparara el camino a Gosén. Cuando entraron en la tierra de Gosén, 29 José preparó su carroza y subió a Gosén a recibir a su padre Israel. Se presentó a él, y al echarse sobre su cuello lo abrazó y lloró largamente.
30 Entonces Israel dijo a José: Ahora, que muera yo, después de ver tu rostro, porque tú aún vives.