Versos

Ester salva a los judíos

escrito por un judío persa* en Ester 1:1-10:3, ~23 mins

1 Aconteció en los días de Asuero, el que reinó desde India hasta Etiopía sobre 127 provincias, 2 cuando el rey se sentó en el trono real en la capital que estaba en Susa, 3 en el tercer año de su reinado, hizo un banquete a todos sus magistrados y servidores. Tenía ante él al ejército de Persia y Media, los nobles, y las autoridades de las provincias.

4 Exhibió la gloria de las riquezas de su reino y la magnificencia de su poderío durante 180 días. 5 Cuando se cumplieron esos días el rey brindó un banquete a todo el pueblo que estaba en la capital Susa, tanto a los encumbrados como a los humildes, durante siete días en el patio del jardín del palacio real.

6 Había allí lienzos de lino blanco y azul, colgados con cordones púrpura a anillos de plata entre columnas de mármol. Los reclinatorios eran de oro y plata, y estaban sobre un enlosado de mosaicos verdes y blancos con incrustaciones de nácar y de ónice.

7 Conforme a la generosidad del rey, daban a beber vino real en abundancia, en copas de oro de distintas clases. 8 La bebida era brindada según lo establecido, sin obligación, porque el rey dispuso que los funcionarios de su palacio vieran que cada cual hiciera según su propio gusto.

9 También la reina Vasti ofreció un banquete para las mujeres del palacio real del rey Asuero.

10 Al séptimo día, cuando el rey estaba alegre a causa del vino, ordenó a Mehumán, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar y Carcas, los siete servidores del palacio que servían al rey Asuero, 11 que condujeran a la reina Vasti ante el rey, adornada con la corona real, para mostrar su belleza a la gente y los gobernantes, porque ella tenía hermosa apariencia. 12 Pero la reina Vasti se negó a cumplir la orden que el rey envió por medio de los servidores del palacio. El rey se indignó muchísimo por esto y airó.

13 Entonces el rey consultó a los sabios que conocían los tiempos, como era su costumbre con los que conocían la ley y el derecho. 14 Los más cercanos eran Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena y Memucán, los siete magistrados de Persia y Media, quienes veían el rostro del rey y se sentaban como primeros en el reino.

15 Según la ley, ¿qué debe hacerse con la reina Vasti porque no cumplió la orden del rey Asuero enviada por medio de los servidores del palacio?

16 Entonces Memucán respondió ante el rey y los príncipes: La reina Vasti no faltó el respeto solamente al rey, sino también a todos los gobernantes y todos los pueblos que están en todas las provincias del rey Asuero. 17 Porque la conducta de la reina llegará a los oídos de todas las mujeres, quienes podrían menospreciar a sus esposos cuando se diga que el rey Asuero ordenó a la reina Vasti que se presentara ante él, y ella no quiso.

18 En este mismo día las princesas de Persia y de Media, enteradas del proceder de la reina, podrán decir lo mismo a todos los príncipes del rey, de modo que se levantará una gran ira y desprecio.

19 Si parece bien al rey, proclame un edicto real que sea escrito entre las leyes de Persia y Media con carácter irrevocable, que Vasti no comparezca más ante el rey Asuero, y que el rey otorgue su título de reina a otra más digna que ella. 20 Cuando el edicto del rey sea oído en todo su reino, ¡que siempre sea grande! todas las mujeres darán honra a sus esposos, tanto al más importante como al más humilde.

21 El consejo agradó al rey y a los magistrados, y el rey hizo conforme a la palabra de Memucán. 22 Envió cartas a todas las provincias del rey, a cada provincia según su escritura y a cada pueblo según su lengua, para que cada varón fuera jefe en su casa y lo difundiera según la lengua de su pueblo.

2 Después de estas cosas, cuando la ira del rey Asuero se aplacó, se acordó de Vasti, de lo que ella hizo y lo que él decretó contra ella.

2 Entonces los asistentes personales que servían al rey dijeron: Búsquense para el rey muchachas vírgenes de hermoso parecer. 3 Designe el rey funcionarios en todas las provincias de su reino para que reúnan a todas las jóvenes vírgenes de hermosa apariencia en la capital Susa, en el harén, bajo la custodia de Hegai, eunuco del rey, guardián de las mujeres, y que se les den sus atavíos. 4 La joven que sea agradable ante el rey, que reine en lugar de Vasti. El consejo agradó al rey, y lo hizo así.

5 Había un varón judío en la capital Susa, llamado Mardoqueo, hijo de Jaír, hijo de Simei, hijo de Cis, benjamita, 6 quien fue deportado de Jerusalén con los cautivos deportados con Jeconías, rey de Judá, a quien Nabucodonosor, rey de Babilonia, llevó cautivo. 7 Éste crió a Hadasa, que es Ester, hija de un tío suyo, porque ella no tenía padre ni madre. La muchacha tenía bella figura y hermosa apariencia. Cuando murieron su padre y su madre, Mardoqueo la tomó como hija suya.

8 Cuando se divulgó la orden del rey y su edicto, aconteció que muchas doncellas fueron reunidas en la capital Susa, bajo la custodia de Hegai. Ester también fue llevada al palacio real, al cuidado de Hegai, guardián de las mujeres. 9 La joven halló gracia delante de él, quien fue bondadoso con ella, por lo cual se apresuró a darle sus atavíos y ungüentos. Le asignó siete doncellas del palacio real para que le sirvieran, y la colocó con sus doncellas en el mejor lugar del harén.

10 Ester no dio a conocer cuál era su pueblo ni su linaje, porque Mardoqueo le ordenó que no lo declarara. 11 Cada día Mardoqueo se paseaba delante del patio del harén para saber cómo estaba Ester y cómo la trataban.

12 Después de estar 12 meses sometidas al reglamento vigente para las mujeres, llegaba el turno de cada doncella para acudir al rey Asuero. Este era el tiempo regular para su tratamiento de belleza: seis meses con óleo de mirra y otros seis meses con perfumes y atavíos femeninos.

13 Entonces la doncella acudía al rey. Todo lo que ella pedía le era dado para llevar consigo del harén al palacio real. 14 Entraba por la noche, y por la mañana regresaba a un segundo harén, al cuidado de Saasgaz, eunuco del rey y guardián de las concubinas. Y no acudía más al rey, a menos que el rey la deseara y mandara a llamarla por su nombre.

15 Cuando le tocó a Ester, la hija de Abihail, tío de Mardoqueo, quien la tomó como hija suya, el turno de ir ante el rey, ella no solicitó alguna cosa, sino lo que indicó Hegai, eunuco del rey y guardián de las mujeres, pues Ester hallaba gracia ante todos los que la veían. 16 Así que Ester fue llevada al rey Asuero en su palacio real, el mes décimo, que es el mes de Tebet, el año séptimo de su reinado.

17 El rey amó a Ester más que a todas las mujeres. Ella logró ante él más gracia y favor que todas las doncellas, tanto que él le colocó la corona real sobre la cabeza, y la proclamó reina en lugar de Vasti. 18 El rey celebró un gran banquete para todos sus magistrados y servidores: el banquete de Ester. Condonó tributos a las provincias y dio presentes según la generosidad del rey.

19 Cuando las doncellas fueron reunidas por segunda vez, Mardoqueo estaba junto a la puerta del palacio real. 20 Ester no había revelado aún su nacionalidad ni su pueblo, como le encargó Mardoqueo, pues Ester obedecía todo lo que Mardoqueo le ordenaba, como cuando ella era criada por él.

21 En aquellos días, mientras Mardoqueo estaba junto a la puerta del palacio real, dos de los servidores del palacio del rey, Bigtán y Teres, que vigilaban la puerta, en un arranque de ira proyectaron poner la mano sobre el rey Asuero.

22 Pero el asunto fue conocido por Mardoqueo, quien lo declaró a la reina Ester, y Ester lo dijo al rey en nombre de Mardoqueo.

23 Cuando esto fue investigado y se halló que era cierto, aquellos dos fueron colgados en la horca. Esto fue escrito en el rollo de las crónicas en presencia del rey.

3 Después de estas cosas, el rey Asuero engrandeció a Amán, hijo de Hamedata, el agageo. Lo ensalzó y estableció su autoridad por encima de todos los jefes que estaban con él. 2 Todos los súbditos del rey que estaban en la puerta real se inclinaban y reverenciaban a Amán, porque así lo dispuso el rey. Pero Mardoqueo no se inclinaba ante él ni lo reverenciaba.

3 Los súbditos del rey que estaban en la puerta real preguntaban a Mardoqueo: ¿Por qué transgredes el mandato del rey? 4 Como ellos le preguntaban cada día y él no les prestaba atención, ocurrió que lo denunciaron ante Amán, para ver si Mardoqueo se mantendría firme en su conducta, porque él les declaró que era judío.

5 Cuando Amán observó que Mardoqueo no se inclinaba ni le hacía reverencia, se llenó de furor. 6 Pero tuvo en poco poner las manos solamente sobre Mardoqueo. Como ellos le declararon cuál era la nacionalidad de Mardoqueo, Amán procuró exterminar a todos los judíos que estaban en todo el reino de Asuero, por ser el pueblo de Mardoqueo.

7 El mes primero, el mes de Nisán, el año 12 del rey Asuero, Amán hizo echar Pur, es decir, suertes, delante de él, día por día y mes por mes, y la suerte salió para el mes doce, el mes de Adar.

8 Entonces Amán dijo al rey Asuero: Existe un pueblo esparcido y disperso entre los pueblos de todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son distintas de las de cualquier otro pueblo, y no cumplen las leyes del rey, por lo que no conviene que el rey los tolere. 9 Si parece bien al rey, que se decrete su destrucción, y yo pesaré 330 toneladas de plata en manos de los que manejan la hacienda, para que las depositen en los tesoros del rey.

10 Entonces el rey se quitó el sello de su mano y se lo dio a Amán, hijo de Hamedata, el agageo, adversario de los judíos. 11 El rey dijo a Amán: La plata sea para ti, y también el pueblo, para que hagas con él lo que te parezca bien.

12 El día 13 del mes primero llamaron a los secretarios del rey y escribieron todo lo que Amán ordenó a los sátrapas del rey, a los gobernadores de cada provincia y a los jefes de cada pueblo y provincia según su escritura y su lengua. Fue escrito en nombre del rey Asuero y sellado con el sello real. 13 Los decretos fueron enviados por medio de mensajeros especiales a todas las provincias del rey, con la orden de destruir, asesinar y exterminar a todos los judíos, tanto jóvenes como viejos, niños y mujeres, en un mismo día, el 13 del mes duodécimo, el mes de Adar, y saquear sus bienes como despojo. 14 Una copia del documento que debía darse como ley en cada provincia sería publicada para cada pueblo a fin de que estuvieran preparados para aquel día.

15 Los mensajeros salieron con prisa por mandato del rey, pues el edicto fue promulgado en Susa, la capital. El rey y Amán se sentaron a beber, mientras la ciudad de Susa estaba perpleja.

4 Mardoqueo supo todo lo que se hizo. Entonces Mardoqueo rasgó sus ropas y se vistió de tela áspera con ceniza. Fue al centro de la ciudad, y clamó a gran voz con amargura. 2 Luego fue hasta el frente de la puerta del palacio real, pues no era permitido entrar a la puerta del palacio real cubierto de tela áspera. 3 En cada provincia a donde llegaba la orden del rey y su edicto, hubo gran duelo entre los judíos: ayuno, llanto y lamentación. La tela áspera y la ceniza fueron la cama para muchos.

4 Las doncellas de Ester y sus eunucos fueron y se lo comunicaron. La reina se estremeció y se afligió muchísimo. Envió ropas para que Mardoqueo se vistiera, y se quitara su tela áspera, pero él no las aceptó. 5 Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos que el rey asignó al servicio de ella, y lo envió a Mardoqueo para averiguar qué era lo que sucedía y por qué.

6 Hatac salió hacia Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, que estaba frente a la puerta del palacio del rey. 7 Mardoqueo le refirió todo lo que le sucedía, y la suma exacta de plata que Amán prometió pesar para los tesoros del rey con el fin de que los judíos fueran destruidos. 8 Además le dio una copia del edicto que fue promulgado en Susa para que fueran destruidos. Esperaba que la mostrara a Ester y le contara todo. Le encargó que acudiera al rey e intercediera por su pueblo ante él.

9 Y regresó Hatac y declaró a Ester las palabras de Mardoqueo. 10 Entonces Ester habló con Hatac y lo envió a Mardoqueo: 11 Todos los servidores del rey y la gente de las provincias del rey, saben que para cualquier persona, sea hombre o mujer, que entre al patio interior del rey sin ser llamado, hay una sola ley: Debe morir, excepto aquél a quien el rey extienda el cetro de oro para que viva. Y yo no fui llamada para ir ante el rey en estos 30 días.

12 Él le informó a Mardoqueo lo que dijo Ester. 13 Y Mardoqueo mandó que se respondiera a Ester: No creas dentro de ti que escaparás en la casa del rey, mejor que cualquier otro judío. 14 Porque, si en este momento callas, socorro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos, pero tú y la casa de tu padre perecerán, y ¿quién sabe si para un tiempo como éste llegaste al reino?

15 Ester dijo que respondieran a Mardoqueo: 16 Vé y reúne a todos los judíos que están en Susa. Ayunen por mí, y no coman ni beban durante tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré igualmente con mis doncellas, y entonces iré al rey, aunque es contra la ley, ¡y si perezco, que perezca!

17 Entonces Mardoqueo se fue e hizo según todo lo que Ester le encomendó.

5 Al tercer día sucedió que Ester vistió sus atavíos reales y se presentó en el patio interior del palacio del rey, frente a la cámara real. El rey estaba sentado en su trono real, frente a la entrada principal del palacio. 2 Sucedió que cuando el rey vio a la reina Ester, que estaba en pie en el patio, ella halló gracia ante él. El rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en su mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro.

3 El rey le preguntó: ¿Qué deseas, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará.

4 Ester respondió: Si place al rey, venga hoy el rey con Amán al banquete que preparé para el rey.

5 El rey ordenó: Llamen pronto a Amán, para que se haga como dijo Ester.

Así que el rey fue con Amán al banquete que preparó Ester. 6 Al brindar vino en el banquete, el rey dijo a Ester: ¿Cuál es tu petición? Pues te será concedida. ¿Cuál es tu demanda? ¡Hasta la mitad del reino se te concederá!

7 Y Ester respondió: Mi petición y mi demanda es: 8 Si hallé gracia ante el rey y si place al rey conceder mi petición y cumplir mi demanda, que el rey venga con Amán al banquete que les prepararé, y mañana haré según la palabra del rey.

9 Amán salió aquel día gozoso y con corazón alegre. Pero cuando Amán vio a Mardoqueo en la puerta del palacio del rey, quien se negaba a levantarse o mostrar temor delante de él, se llenó de ira contra Mardoqueo, 10 pero se refrenó.

Se fue a su casa y llamó a sus amigos y su esposa Zeres. 11 Amán les contó la gloria de sus riquezas, la multitud de sus hijos, y cómo el rey lo engrandeció y exaltó por encima de los jefes y servidores del rey. 12 Y Amán agregó: Sí, hoy la reina Ester a ninguno permitió entrar con el rey al banquete que le preparó, sino a mí. Y mañana también fui invitado por ella juntamente con el rey. 13 ¡Pero nada me aprovecha mientras vea al judío Mardoqueo sentado en la puerta del rey!

14 Entonces su esposa Zeres y todos sus amigos le dijeron: Manda a preparar una horca alta, de 22,5 metros, y por la mañana dí al rey que cuelgue a Mardoqueo en ella. Después vé alegre con el rey al banquete. La propuesta agradó a Amán, y preparó la horca.

6 Aquella noche el rey no podía dormir. Ordenó que llevaran el rollo de las crónicas de obras memorables y fueron leídas delante del rey. 2 Se halló escrito que Mardoqueo denunció a Bigtán y Teres, dos de los guardianes del palacio que proyectaron poner la mano sobre el rey Asuero.

3 El rey preguntó: ¿Qué honor o distinción se dio a Mardoqueo por esto?

Y los ministros servidores del rey respondieron: Nada se hizo por él.

4 Entonces el rey dijo: ¿Quién está en el patio? Y Amán entraba en ese momento en el patio exterior del palacio del rey para proponer al rey que colgara a Mardoqueo en la horca que él le preparó.

5 Y los servidores del rey respondieron: Mira, Amán está en el patio.

Y el rey dijo: Que entre.

6 Así que Amán entró, y el rey le preguntó: ¿Qué se hará al hombre a quien el rey le deleita honrar?

Y Amán se dijo: ¿A quién le deleitaría honrar el rey, sino a mí? 7 Amán respondió al rey: Para el hombre a quien el rey se deleita en honrar, 8 traíganse los atavíos reales que el rey suele usar y el caballo en el cual cabalga el rey. Que se ponga la diadema real en su cabeza, 9 que se den los atavíos y el caballo en mano del jefe más noble del rey, para que vista al hombre a quien el rey se deleita en honrar. Que lo pase a caballo por las calles de la ciudad y proclame delante de él: ¡Así se hará cuando el rey se deleita en honrar a un hombre!

10 Entonces el rey dijo a Amán: ¡Apresúrate, toma los atavíos y el caballo, y haz como dijiste con Mardoqueo el judío, que se sienta a la puerta del rey! ¡Nada omitas de todo lo que dijiste!

11 Así que Amán tomó los atavíos y el caballo. Vistió a Mardoqueo, lo condujo por la plaza abierta de la ciudad y proclamaba delante de él: ¡Así se hace cuando el rey se deleita en honrar a un hombre!

12 Mardoqueo volvió a la puerta del rey, pero Amán se apresuró a su casa, lamentándose con la cabeza cubierta. 13 Amán contó todo lo que le sucedió a su esposa Zeres y a todos sus amigos.

Entonces sus atinados amigos y su esposa Zeres le dijeron: Si Mardoqueo, ante quien comenzaste a caer, es de la descendencia de los judíos, no prevalecerás contra él. Ciertamente caerás ante él. 14 Aún hablaban ellos con él, cuando llegaron los servidores del palacio del rey y se apresuraron a llevar a Amán al banquete que Ester preparó.

7 El rey y Amán fueron a comer con la reina Ester. 2 Y al segundo día, mientras bebían vino en el banquete, el rey volvió a preguntar a Ester: ¿Cuál es tu petición, reina Ester? Pues te será concedida. ¿Cuál es tu demanda? ¡Hasta la mitad del reino se te dará!

3 Entonces la reina Ester respondió: Oh rey, si hallé gracia ante ti, y si place al rey, ¡concédase mi vida por mi petición y la de mi pueblo por mi demanda! 4 ¡Porque yo y mi pueblo fuimos vendidos para ser destruidos, asesinados y exterminados! Si como esclavos y esclavas fuéramos vendidos, yo habría callado, porque aun tal calamidad no sería digna de la molestia al rey.

5 Y al tomar la palabra, el rey Asuero preguntó a la reina Ester: ¿Quién es y dónde está el que se atreve en su corazón a hacer tal cosa?

6 Ester dijo: ¡El adversario y enemigo es este perverso Amán!

Y Amán quedó aterrorizado delante del rey y de la reina.

7 Entonces el rey se levantó enfurecido del banquete y se fue al jardín del palacio, pero Amán se quedó para rogar a la reina Ester por su vida, porque vio que el mal ya estaba determinado contra él de parte del rey.

8 Cuando el rey volvió del jardín del palacio al lugar donde bebía el vino, ¡ahí estaba Amán caído encima del reclinatorio en el cual estaba recostada Ester!

Por lo cual el rey exclamó: ¿Querrá también violar a la reina en mi presencia y en mi propio palacio?

Mientras hablaba el rey, los servidores cubrieron el rostro de Amán.

9 Harbona, uno de los servidores del palacio que estaban en presencia del rey, dijo: ¡Ahí está precisamente colocada en casa de Amán una horca de 22,5 metros de altura, la cual preparó Amán para Mardoqueo, quien habló en provecho del rey!

Y el rey ordenó: ¡Cuélguenlo en ella!

10 Colgaron a Amán en la horca que él preparó para Mardoqueo. Y se aplacó la ira del rey.

8 Aquel mismo día, el rey Asuero dio la casa de Amán, el adversario de los judíos, a la reina Ester. Mardoqueo fue a la presencia del rey, porque Ester le declaró lo que él era con respecto a ella.

2 Entonces el rey se quitó el sello que recobró de Amán y lo dio a Mardoqueo. Ester designó a Mardoqueo encargado de la casa de Amán.

3 Ester habló otra vez ante el rey. Cayó a sus pies y con lágrimas en los ojos le rogó que impidiera la perversidad de Amán agageo y el plan que tramó contra los judíos.

4 Entonces el rey extendió hacia Ester el cetro de oro.

Ester se levantó, se colocó en pie delante del rey 5 y dijo: Si place al rey, si hallé gracia ante él, y el asunto parece acertado al rey, y yo soy agradable a él, que se escriba para revertir el decreto ideado por Amán, hijo de Hamedata, el agageo, el cual escribió para destruir a todos los judíos que están en todas las provincias del rey. 6 Porque, ¿cómo podré yo ver el mal que alcanzará a mi pueblo? ¿Y cómo podré contemplar la destrucción de mi parentela?

7 Entonces el rey Asuero dijo a la reina Ester y al judío Mardoqueo: Miren, di a Ester la casa de Amán, y él fue colgado en su propia horca, por cuanto extendió su mano contra los judíos. 8 Ahora pues, escriban en nombre del rey con respecto a los judíos lo que les parezca bien y séllenlo con el sello del rey, porque lo que es escrito en nombre del rey y sellado con su sello no puede ser revocado.

9 Entonces, a los 23 días del mes tercero, que es Siván, los secretarios del rey fueron llamados. Todo lo que Mardoqueo mandó en relación con los judíos se les escribió a los sátrapas, los gobernadores y jefes de las 127 provincias que están desde India hasta Etiopía, cada provincia según su escritura y cada pueblo según su lengua. También se escribió esto a los judíos según su escritura y su lengua.

10 Y él escribió cartas en nombre del rey Asuero y las selló con el sello del rey. Las envió por medio de mensajeros a caballo en veloces corceles, mulas y dromedarios jóvenes de las caballerías reales.

11 En estas cartas el rey concedía que los judíos que estaban en cada ciudad se reunieran para defender sus vidas, y destruyeran, mataran y exterminaran a cualquier fuerza armada que los atacara a ellos, a sus niños y sus mujeres, y para tomar los bienes de los enemigos como despojo 12 en todas las provincias del rey Asuero, en un solo día, el día 13 del mes duodécimo, que es el mes de Adar.

13 La copia del escrito debía publicarse como edicto en cada provincia, como proclamación a todos los pueblos, con el propósito de que ese día los judíos estuvieran preparados para vengarse de sus enemigos.

14 Los mensajeros, montados en corceles veloces que eran usados para el servicio del rey, salieron apresurados y urgidos por la orden del rey. El edicto fue promulgado en la capital Susa.

15 Después, Mardoqueo salió de la presencia del rey con atavíos reales de colores azul y blanco, con una gran corona de oro y un manto de lino fino blanco y púrpura.

Y la ciudad Susa lo aclamó y se regocijó. 16 Para los judíos todo fue luz y alegría, regocijo y honra.

17 En cada provincia y ciudad, a donde llegaba la orden del rey y su edicto, los judíos tenían regocijo y alegría, banquetes y día de fiesta. Y muchos de entre los pueblos de la tierra se cambiaron para ser judíos, porque el temor de los judíos cayó sobre ellos.

9 A los 13 días del mes duodécimo, el mes de Adar, cuando la orden del rey y su edicto estaban a punto de ejecutarse, el día cuando los enemigos de los judíos esperaban prevalecer sobre ellos, sucedió lo contrario: Que los judíos prevalecieron sobre los que los odiaban. 2 En todas las provincias del rey Asuero los judíos se congregaron en sus ciudades para echar mano a los que procuraban su desgracia, y nadie pudo resistirlos, porque el temor de ellos cayó sobre todos los pueblos.

3 Todos los jefes de las provincias, los sátrapas, los gobernadores y los funcionarios menores del rey apoyaban a los judíos, pues el temor a Mardoqueo cayó sobre ellos. 4 Mardoqueo se engrandeció en la casa del rey. Su fama se extendió a todas las provincias, pues el varón Mardoqueo se hacía más y más grande.

5 Los judíos mataron a todos sus enemigos a filo de espada. Con mortandad y destrucción, hicieron lo que quisieron contra los que los odiaban. 6 En la capital Susa, los judíos mataron y destruyeron a 500 hombres. 7 También mataron a Parsandata, Dalfón, Aspata, 8 Porata, Adalía, Aridata, 9 Parmasta, Arisai, Aridai y Vaizata, 10 los diez hijos de Amán, hijo de Hamedata, adversario de los judíos, pero no pusieron las manos sobre el despojo.

11 En aquel día, cuando el rey obtuvo el recuento de los muertos en la ciudad Susa, 12 dijo el rey a la reina Ester: En Susa, la capital, los judíos mataron y destruyeron a 500 hombres y a los diez hijos de Amán. ¡Qué harían en las otras provincias del rey! Así pues, ¿cuál es tu petición? Pues te será concedida. ¿Qué más es tu demanda? Pues se te concederá.

13 Y Ester respondió: Si place al rey, que se conceda también mañana a los judíos en Susa que hagan conforme a la ley de hoy, y que cuelguen en la horca a los diez hijos de Amán.

14 El rey ordenó que se hiciera así. La ley se promulgó en Susa, y colgaron los cuerpos de los diez hijos de Amán. 15 Los judíos que residían en Susa se reunieron también el día 14 del mes de Adar y mataron a 300 hombres en Susa, pero no pusieron las manos sobre el despojo.

16 En cuanto al resto de los judíos que estaban en las provincias del rey quienes se reunieron para defender sus vidas, tuvieron reposo de sus enemigos luego de matar entre los que los odiaban a 75.000, pero no pusieron las manos sobre el despojo. 17 Esto fue el día 13 del mes de Adar. Reposaron el 14 del mismo y lo tomaron como día de banquete y de alegría.

18 Pero los judíos que estaban en Susa se reunieron los días 13 y 14 del mismo mes. El 15 reposaron y lo tomaron como día de banquete y de alegría.

19 Por eso los judíos de las aldeas, que viven en pueblos no amurallados, toman el día 14 del mes de Adar como día de regocijo y fiesta, día de festividad y para enviar porciones escogidas unos a otros.

20 Y Mardoqueo escribió estas cosas y envió cartas a todos los judíos que había en todas las provincias del rey Asuero, próximas y lejanas, 21 para ordenarles que cada año celebraran los días 14 y 15 del mes de Adar 22 como días cuando los judíos tuvieron reposo de sus enemigos, en un mes que se transformó para ellos de tristeza en alegría y de luto en día de fiesta, y que los tomaran como días de banquete, de regocijo y de enviar porciones escogidas los unos a los otros, y dádivas a los pobres.

23 Y los judíos se comprometieron a seguir esa práctica ya iniciada como Mardoqueo les escribió, 24 porque Amán, hijo de Hamedata, el agageo, adversario de todos los judíos, tramó la destrucción de los judíos y echó Pur, que es la suerte, para turbarlos y exterminarlos.

25 Pero cuando Ester presentó el asunto ante el rey, éste ordenó por decreto que recayera sobre la cabeza de Amán el perverso plan que tramó contra los judíos, y lo colgaran a él y a sus hijos en la horca.

26 Por esto llamaron aquellos días Purim, del nombre Pur. Por tanto, a causa de todas las palabras de aquella carta, lo que ellos experimentaron con ese motivo, y lo que les aconteció, 27 los judíos establecieron para ellos, para su descendencia y para todos los que se unieran a ellos, que sin falta ellos observarían cada año estos dos días según está escrito, 28 y que estos días serían recordados y observados de generación en generación, de familia en familia, en cada provincia y en cada ciudad, y que estos días de Purim nunca cesarían entre los judíos, ni su recuerdo cesarían entre su descendencia.

29 Por tanto la reina Ester, hija de Abihail, y el judío Mardoqueo, escribieron con plena autoridad para confirmar esta segunda carta de Purim. 30 Mardoqueo envió cartas a todos los judíos que estaban en las 127 provincias del reino de Asuero, con palabras de paz y verdad, 31 para confirmar los días de Purim en su tiempo determinado, según lo que el judío Mardoqueo y la reina Ester ordenaron con respecto a ellos en lo relacionado con los ayunos y su clamor. Tomaron los días de Purim para ellos mismos y para su descendencia.

32 La orden de Ester confirmó estas cosas del Purim, y fue escrito en el rollo.

10 El rey Asuero impuso un tributo sobre la tierra y sobre las islas del mar.

2 Todos los actos de autoridad y poder, así como la declaración de la grandeza de Mardoqueo, a quien el rey engrandeció, ¿no están escritos en el rollo de las crónicas de los reyes de Media y Persia? 3 Porque el judío Mardoqueo llegó a ser el segundo del rey Asuero, grande entre los judíos y aceptado por la multitud de sus hermanos. Procuró el bienestar de su pueblo y habló paz a todo su linaje.