Versos

Absalón

2 Samuel 13:23-19:8, ~22 mins

23 Dos años después, aconteció que Absalón tenía esquiladores en Baal-hazor, que está junto a Efraín. Absalón invitó a todos los hijos del rey. 24 Absalón fue al rey y le dijo: Mira, tu esclavo tiene esquiladores. Te ruego que el rey y sus servidores vayan con tu esclavo.

25 Pero el rey dijo a Absalón: No, hijo mío, no vamos todos para no serte carga pesada. Y aunque le insistió, él no quiso ir, pero lo bendijo.

26 Entonces Absalón dijo: Si no vas, te ruego que vaya con nosotros mi hermano Amnón.

Y el rey le preguntó: ¿Para qué debe ir contigo?

27 Como Absalón le insistió, dejó a Amnón y todos los hijos del rey ir con él.

28 Absalón ordenó a sus esclavos: Observen cuando el corazón de Amnón esté alegre por causa del vino. Cuando yo les diga: Maten a Amnón, entonces lo matarán. No teman. ¿No se lo ordeno yo? ¡Esfuércense y sean valientes! 29 Los esclavos de Absalón mataron a Amnón como Absalón les ordenó. Y todos los hijos del rey se levantaron, cada uno montó en su mula, y huyeron.

30 Cuando ellos estaban aún en el camino, un rumor llegó a David: ¡Absalón mató a todos los hijos del rey, y no quedó alguno de ellos! 31 Entonces el rey se levantó, rasgó sus ropas y se tendió en tierra. Y todos sus esclavos se ubicaron alrededor con sus ropas rasgadas.

32 Pero Jonadab, hijo de Simea, hermano de David, dijo: No piense mi ʼadón que mataron a todos los jóvenes hijos del rey, pues solo murió Amnón, porque Absalón lo decidió desde el día cuando Amnón violó a su hija Tamar. 33 Ahora pues, que mi ʼadón el rey no acepte en su corazón el rumor que dice que todos los hijos del rey murieron, porque solo murió Amnón.

34 Absalón huyó.

El esclavo centinela levantó los ojos y vio que mucha gente llegaba por el camino de la región montañosa que estaba detrás de él.

35 Jonadab dijo al rey: ¡Aquí llegan los hijos del rey! Según la palabra de tu esclavo, así sucedió.

36 Aconteció que cuando él acabó de hablar, ciertamente llegaron los hijos del rey, alzaron su voz y lloraron. También el rey y todos sus esclavos lloraron muy amargamente.

37 David lloraba por su hijo todos los días. Absalón huyó y fue a Talmai, hijo de Amiud, rey de Gesur.

38 Absalón huyó y se fue a Gesur, y estuvo allí tres años. 39 El rey David anhelaba ver a Absalón, pues ya estaba consolado con respecto a la muerte de Amnón.

14 Entonces Joab, hijo de Sarvia, entendió que el corazón del rey se inclinaba hacia Absalón. 2 Joab envió a Tecoa, tomó de allá una mujer astuta y le dijo: Finge ahora que estás de luto, y viste ropas de duelo. No te unjas con aceite, más bien aparenta ser una mujer que hace tiempo está de luto por un muerto. 3 Vé al rey y háblale estas palabras. Y Joab colocó las palabras en su boca.

4 La mujer de Tecoa fue al rey, cayó en tierra sobre su rostro, hizo reverencia y dijo: ¡Auxilio, oh rey!

5 El rey le preguntó: ¿Qué tienes?

Y ella respondió: En verdad soy una mujer viuda, pues mi esposo murió. 6 Tu esclava tenía dos hijos y los dos pelearon en el campo, y como no hubo alguien que los separara, el uno hirió al otro y lo mató. 7 Ahora toda la familia se levantó contra tu esclava y dijeron: Entrega al que mató a su hermano para que lo matemos por la vida de su hermano, a quien mató, y destruiremos también al heredero. Así que están por apagar la brasa que me queda, sin dejar nombre ni descendiente de mi esposo sobre la superficie de la tierra.

8 El rey dijo a la mujer: Vé a tu casa, y yo daré orden con respecto a ti.

9 Y la mujer de Tecoa contestó al rey: ¡Oh rey ʼadón mío, recaiga la iniquidad sobre mí y sobre la casa de mi padre, pero que el rey y su trono sean sin culpa!

10 Y el rey dijo: Al que hable contra ti, tráelo a mí y no te molestará más.

11 Ella contestó: Te ruego, oh rey, que recuerdes a Yavé tu ʼElohim para que el vengador de la sangre no aumente el daño ni destruya a mi hijo.

Y él dijo: ¡Vive Yavé, que ni un cabello de tu hijo caerá a tierra!

12 Y la mujer respondió: Permite, te ruego, que tu esclava hable una palabra a mi ʼadón el rey.

Y él dijo: Habla.

13 La mujer preguntó: ¿Por qué piensas tal cosa contra el pueblo de ʼElohim? Pues al decir el rey esta palabra es un culpable, ya que el rey no trae de regreso a su desterrado. 14 Porque ciertamente moriremos y somos como agua derramada en la tierra que no puede ser recogida, pero ʼElohim no quita la vida, sino provee medios para que el desterrado no siga alejado de Él.

15 Al yo venir ahora a hablar esta palabra a mi ʼadón el rey, lo hago porque el pueblo me atemorizó y tu esclava dijo: Hablaré ahora al rey. Quizás el rey cumpla la petición de su esclava, 16 por cuanto el rey me oirá para librar a su esclava de la mano del hombre que querría destruirme a mí y mi hijo, y eliminarnos de la heredad de ʼElohim.

17 También tu esclava se dijo: Que la palabra de mi ʼadón el rey sea para mi consuelo, ya que como un ángel de ʼElohim, así es mi ʼadón el rey para distinguir entre el bien y el mal, pues Yavé tu ʼElohim está contigo.

18 Y el rey respondió a la mujer: Nada me ocultes de lo que te voy a preguntar.

La mujer dijo: Hable mi ʼadón el rey.

19 Entonces el rey le preguntó: ¿Está la mano de Joab contigo en todo esto?

Y la mujer respondió: ¡Vive tu alma, oh mi ʼadón el rey! Nadie se puede apartar a la derecha ni a la izquierda de todo lo que mi ʼadón el rey habló. Ciertamente fue tu esclavo Joab quien me ordenó, y él colocó todas estas palabras en boca de tu esclava. 20 Tu esclavo Joab hizo esto para producir el cambio de las cosas, pero mi ʼadón es sabio, según la sabiduría de un ángel de ʼElohim, para conocer todo lo que hay en la tierra.

21 Entonces el rey dijo a Joab: Mira, yo concedo esto. ¡Vé y trae al joven Absalón!

22 Joab cayó en tierra sobre su rostro, se postró y bendijo al rey. Y Joab dijo: Tu esclavo sabe ahora que hallé gracia delante de mi ʼadón, oh rey, pues el rey cumple la petición de su esclavo.

23 Entonces Joab se levantó, fue a Gesur y trajo de vuelta a Absalón a Jerusalén. 24 Y el rey dijo: ¡Que regrese a su propia casa y no mire el semblante del rey! Así que Absalón regresó a su propia casa, pero no vio el semblante del rey.

25 En todo Israel no había hombre tan alabado por su elegancia como Absalón. Desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él algún defecto. 26 Cuando se cortaba el cabello de su cabeza, lo cual hacía al final de cada año, porque lo molestaba, y por eso se lo cortaba, el cabello de su cabeza pesaba 2,5 kilogramos de peso real.

27 A Absalón le nacieron tres hijos y una hija, el nombre de la cual era Tamar, y ella era una mujer de hermoso semblante.

28 Absalón vivió dos años en Jerusalén y no vio el semblante del rey. 29 Después Absalón llamó a Joab para enviarlo al rey, pero éste no quiso ir a él. Y envió una segunda vez, pero tampoco quiso ir. 30 Entonces dijo a sus esclavos: Miren, la parcela de Joab está junto a la mía, y allí él tiene cebada. ¡Vayan y pónganle fuego! Y los esclavos de Absalón pusieron fuego a la parcela.

31 Entonces Joab se levantó y fue a la casa de Absalón y le preguntó: ¿Por qué tus esclavos pusieron fuego a mi parcela?

32 Absalón respondió a Joab: Mira, envié a ti para decirte: Ven acá para enviarte al rey a fin de que le preguntes: ¿Para qué vine de Gesur? Mejor me fuera estar allá. Por tanto, vea yo ahora el semblante del rey, y si hay en mí iniquidad, ¡que él mismo me mate!

33 Entonces Joab fue al rey y le informó. Luego el rey llamó a Absalón, y éste fue al rey. Se postró en tierra sobre su rostro delante del rey, y el rey besó a Absalón.

15 Después de esto, aconteció que Absalón consiguió una carroza y caballos, y 50 hombres para que corrieran delante de él. 2 Absalón se levantaba temprano y se colocaba junto al camino en la puerta. A cualquiera que tenía un pleito y acudía al rey para que aplicara juicio, Absalón lo llamaba y le decía: ¿De qué ciudad eres? Y él decía: Tu esclavo es de una de las tribus de Israel. 3 Entonces Absalón le decía: Mira, tu causa es buena y justa, pero no tienes quien escuche de parte del rey. 4 Y Absalón decía: ¡Oh, que alguno me designara juez en la tierra, pues entonces todo hombre que tenga un pleito o una causa podría venir a mí y yo le haría justicia!

5 Acontecía que cuando alguien se acercaba para inclinarse ante él, Absalón extendía su mano, lo agarraba y lo besaba. 6 Absalón trataba a todo Israel de este modo cuando acudían al rey para que juzgara. Así Absalón robaba los corazones de los hombres de Israel.

7 Después de cuatro años, aconteció que Absalón dijo al rey: Te ruego que me permitas ir a Hebrón a cumplir un voto que hice a Yavé. 8 Porque cuando estaba en Gesur, en Siria, tu esclavo juró y dijo: Si Yavé ciertamente me devuelve a Jerusalén, entonces serviré a Yavé.

9 Y el rey le dijo: Vé en paz. Así que se levantó y se fue a Hebrón.

10 Pero Absalón envió mensajeros 15.10 Lit. espías. por todas las tribus de Israel, a decir: Al oír el sonido de la corneta, dirán: ¡Absalón reina en Hebrón! 11 Con Absalón salieron de Jerusalén 200 hombres como invitados, que en su ingenuidad iban sin saber algo del motivo. 12 Mientras ofrecía los sacrificios, Absalón envió a buscar a Ahitofel gilonita, consejero de David, desde Gilo su ciudad. La conspiración fue fuerte, pues aumentaba el pueblo a favor de Absalón.

13 Entonces un mensajero fue a David y dijo: ¡Los corazones de los hombres de Israel se van tras Absalón!

14 David dijo a todos sus esclavos que estaban con él en Jerusalén: ¡Levántense y huyamos, porque ninguno de nosotros escapará de Absalón! ¡Dense prisa en salir, no sea que se apresure, nos alcance y derrame la calamidad sobre nosotros, y destruya la ciudad a filo de espada!

15 Los esclavos contestaron al rey: ¡Mira, tus esclavos están para cualquier cosa que nuestro ʼadón el rey disponga!

16 Entonces el rey salió con toda su casa tras él. Pero el rey dejó a diez mujeres concubinas para que cuidaran la casa. 17 El rey salió con todo el pueblo tras él, y se detuvieron en la última casa. 18 Todos sus esclavos pasaron a su lado: Todos los cereteos, los peleteos y los geteos, 600 hombres que seguían tras él desde Gat, pasaron delante del rey.

19 Entonces el rey dijo a Itai geteo: ¿Por qué vienes tú también con nosotros? Vuelve y quédate con el otro rey, porque tú eres un extranjero y también un desterrado de tu lugar. 20 Llegaste ayer, ¿y hoy te haré vagar con nosotros mientras voy sin rumbo? Regresa y devuelve a tus hermanos. La misericordia y la verdad sean contigo.

21 Pero Itai respondió al rey: ¡Vive Yavé y vive mi ʼadón el rey que dondequiera que esté mi ʼadón el rey, sea para muerte o para vida, tu esclavo estará allí!

22 David respondió a Itai: ¡Ven y pasa adelante! E Itai geteo pasó con todos sus hombres y con todos los niños que estaban con él.

23 Todo el país lloraba a gran voz y todo el pueblo cruzó el torrente de Cedrón. También el rey cruzó con toda la gente que cruzaba rumbo al camino de la región despoblada.

24 Ciertamente también Sadoc cruzó y todos los levitas que estaban con él. Cargaban el Arca del Pacto de ʼElohim. Ellos asentaron el Arca de ʼElohim hasta que todo el pueblo terminó de salir de la ciudad. Entonces Abiatar subió.

25 Luego el rey dijo a Sadoc: Haz que vuelva el Arca de ʼElohim a la ciudad. Si hallé gracia ante Yavé, Él me hará volver y me permitirá verla en su morada. 26 Pero si dice: No me complazco en ti, aquí estoy. Que haga de mí lo que le parezca bien.

27 Dijo además el rey al sacerdote Sadoc: ¿No eres tú el vidente? Vuelve a la ciudad en paz, y regresen los dos hijos de ustedes: tu hijo Ahimaas y Jonatán, hijo de Abiatar. 28 Miren, yo me detendré en los vados de la región despoblada hasta que venga palabra de parte de ustedes para informarme. 29 Entonces Sadoc y Abiatar llevaron el Arca de ʼElohim de regreso a Jerusalén y se quedaron allí.

30 David subió la cuesta de los Olivos. Y mientras la subió, lloraba, tenía la cabeza cubierta e iba descalzo. Y todo el pueblo, cada uno que estaba con él, cubrió su cabeza y lloraban mientras subían. 31 Uno informó a David: Ahitofel está entre los que conspiraron con Absalón. Entonces David exclamó: ¡Oh Yavé, te ruego que entorpezcas el consejo de Ahitofel!

32 Ocurrió que cuando David llegó a la cumbre de la montaña donde solía postrarse ante ʼElohim, ahí le salió a encontrarlo Husai arquita, con la túnica rasgada y tierra sobre su cabeza.

33 David le dijo: Si pasas conmigo serás una carga para mí, 34 pero si vuelves a la ciudad y dices a Absalón: ¡Oh rey! Yo seré tu esclavo, así como fui esclavo de tu padre, ahora también soy esclavo tuyo. Entonces frustrarás el consejo de Ahitofel a mi favor. 35 ¿Los sacerdotes Sadoc y Abiatar no estarán allí contigo? Por tanto, toda palabra que oigan en la casa del rey la declararán a los sacerdotes Sadoc y Abiatar. 36 Mira, están con ellos sus dos hijos: Ahimaas, el de Sadoc, y Jonatán, el de Abiatar. Por medio de ellos me informarán todo lo que oigan.

37 Así Husai, amigo de David, fue a la ciudad, y Absalón entró en Jerusalén.

16 Cuando David pasó un poco más allá de la cumbre, ahí estaba Siba, esclavo de Mefi-boset, que llegaba a encontrarlo con un par de asnos cargados con 200 panes, 100 racimos de pasas, 100 tortas de higos secos y un odre de vino.

2 El rey preguntó a Siba: ¿Qué quieres con estas cosas?

Y respondió Siba: Los asnos son para que monte la familia del rey, el pan y los higos secos para que coman los jóvenes, y el vino, para que beban los que se cansen en la región despoblada.

3 El rey dijo: ¿Dónde está el hijo de tu ʼadon?

Y Siba respondió al rey: Mira, se quedó en Jerusalén porque dijo: ¡Hoy mismo la casa de Israel me devolverá el reino de mi padre!

4 Entonces el rey dijo a Siba: ¡Mira, todo lo que pertenece a Mefi-boset es tuyo!

Y Siba dijo: ¡Oh rey ʼadón mío, me postro y espero hallar gracia ante ti!

5 Al llegar el rey David a Bahurim, salía de allí un hombre de la familia de la casa de Saúl llamado Simei, hijo de Gera. Mientras salía pronunciaba maldiciones 6 y lanzaba piedras contra David y contra todos los esclavos del rey David, cuando toda la gente y todos los hombres valientes marchaban a su derecha y a su izquierda.

7 Al maldecir, Simei decía: ¡Fuera! ¡Fuera, hombre sanguinario y perverso!

8 Yavé hizo volver sobre ti toda la sangre derramada de la casa de Saúl, en lugar del cual reinaste. Yavé entregó el reino en mano de tu hijo Absalón, y aquí estás atrapado en tu propia maldad, porque eres un hombre sanguinario.

9 Entonces Abisai, hijo de Sarvia, preguntó al rey: ¿Por qué este perro muerto debe seguir maldiciendo a mi ʼadón el rey? ¡Permíteme ir y cortarle la cabeza!

10 Pero el rey respondió: ¿Qué tengo yo con ustedes, hijos de Sarvia? Dejen que sigan sus maldiciones, si él maldice. Si Yavé le dijo: ¡Maldice a David! ¿Quién le dirá: por qué haces esto?

11 David dijo a Abisai y a todos sus esclavos: Ciertamente mi propio hijo, que salió de mí, acecha mi vida. ¿Cuánto más ahora este benjamita? Déjenlo maldecir, porque Yavé se lo dijo. 12 Quizás Yavé mire mi aflicción y me devuelva bien por sus maldiciones de hoy.

13 Así que, mientras David y sus hombres iban por el camino, Simei seguía por la ladera de la montaña paralela, andaba, maldecía, tiraba piedras y esparcía polvo delante de él. 14 El rey y todo el pueblo que estaba con él llegaron fatigados y descansaron allí.

15 Absalón con toda su gente, los hombres de Israel, entraron en Jerusalén, junto con Ahitofel. 16 Sucedió que cuando Husai arquita, el amigo de David, llegó ante Absalón, Husai dijo a Absalón: ¡Viva el rey! ¡Viva el rey!

17 Absalón preguntó a Husai: ¿Es ésta tu lealtad para tu amigo? ¿Por qué no acompañaste a tu amigo?

18 Husai dijo entonces a Absalón: No, porque yo soy de quien Yavé y este pueblo, todos los hombres de Israel, escojan. De él soy y con él me quedo. 19 Además, ¿a quién voy a servir? ¿No serviré a su hijo? Como serví delante de tu padre, así estaré delante de ti.

20 Entonces Absalón dijo a Ahitofel: Da tu consejo sobre lo que debemos hacer.

21 Ahitofel contestó a Absalón: Únete a las concubinas que tu padre dejó para cuidar la casa. Así todo Israel sabrá que eres aborrecible a tu padre, con lo cual se fortalecerán las manos de todos los tuyos. 22 Entonces instalaron una tienda para Absalón sobre la terraza, y Absalón se unió a las concubinas de su padre a ojos de todo Israel.

23 En aquellos días el consejo que Ahitofel daba era como si uno consultara la Palabra de ʼElohim. Así era todo lo que Ahitofel aconsejaba, tanto para David como para Absalón.

17 Entonces Ahitofel dijo a Absalón: Permíteme que escoja 12.000 hombres, y me levante para perseguir a David esta misma noche.

2 Caeré sobre él cuando esté cansado y desalentado. Lo atemorizaré de modo que huya toda la gente que lo acompaña. Mataré solo al rey, 3 porque él es el hombre a quien tú buscas.

Así devolveré a ti a todo el pueblo. Cuando todos vuelvan, todo el pueblo estará en paz.

4 El consejo agradó a Absalón y a todos los ancianos de Israel.

5 Pero Absalón dijo: Llamen también ahora a Husai arquita, para que también oigamos lo que él diga. 6 Cuando Husai fue, le habló a Absalón: Ahitofel habló esta palabra. ¿Realizaremos su plan? Si no te parece, habla tú.

7 Entonces Husai dijo a Absalón: Esta vez el consejo que dio Ahitofel no es bueno. 8 Y Husai agregó: Tú conoces a tu padre y a sus hombres que son valientes. Están amargados como una osa a la cual le roban sus cachorros en el campo. Tu padre es un experto en guerra y no pasará la noche con el pueblo.

9 Mira, ahora estará escondido en alguna cueva o en algún otro lugar. Cuando él caiga sobre ellos en el primer ataque, sucederá que cualquiera que lo oiga dirá: ¡Hubo una matanza entre el pueblo que sigue a Absalón!

10 Aun el hombre valiente que tenga corazón como el corazón de un león, desfallecerá completamente, porque todo Israel sabe que tu padre es un hombre fuerte y los que están con él son valientes. 11 Por lo cual aconsejo que todo Israel, desde Dan hasta Beerseba se reúna contigo en gran número como la arena que está en la orilla del mar, y que tú en persona marches a la batalla. 12 De esta manera iremos contra él en algún lugar donde esté y caeremos sobre él como cae el rocío sobre la tierra. Y nadie quedará vivo, ni él ni alguno de los hombres que están con él.

13 Si se refugia en alguna ciudad, entonces todos los de Israel llevaremos cuerdas fuertes a aquella ciudad, y la arrastraremos hasta el valle, hasta que no quede allí ni una piedra.

14 Entonces Absalón y todos los hombres de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel. Yavé dispuso que el buen consejo de Ahitofel se frustrara para que Yavé derramara la calamidad sobre Absalón.

15 Husai dijo a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: Así y así Ahitofel aconsejó a Absalón y a los ancianos de Israel. Así y así yo les aconsejé.

16 Por tanto, envíen de inmediato informe a David: No pases la noche en los vados de la región despoblada, sino cruza al otro lado sin falta, no sea que el rey y el pueblo que está con él sean destruidos.

17 Jonatán y Ahimaas estaban junto a la fuente de Rogel. Pero como no podían exponerse a ser vistos si entraban a la ciudad, una esclava fue y les informó, y ellos salieron para informar al rey David. 18 Pero un muchacho los vio e informó a Absalón. Así que los dos se dieron prisa, llegaron a la casa de un hombre de Bahurim que tenía un pozo en su patio, al cual bajaron. 19 Su esposa tenía una manta que extendió sobre la boca del pozo, y esparció sobre ella trigo trillado, y nada se supo del asunto.

20 Entonces los esclavos de Absalón fueron a la casa de la mujer y preguntaron: ¿Dónde están Ahimaas y Jonatán?

Y ella les respondió: Pasaron el vado del río. Y los buscaron, pero al no hallarlos, volvieron a Jerusalén.

21 Después que regresaron, aconteció que ellos subieron del pozo, y fueron a informar al rey David. Y le dijeron: ¡Levántense y crucen rápidamente las aguas, porque así y así Ahitofel aconsejó contra ustedes!

22 David se levantó y todo el pueblo que estaba con él, y cruzaron el Jordán. Al amanecer no quedaba alguno que no cruzara el Jordán.

23 Entonces Ahitofel, al ver que no habían seguido su consejo, aparejó su asno, subió en él, y fue a su casa en su ciudad. Y después de establecer orden en su familia, se ahorcó y murió. Fue enterrado en el sepulcro de su padre.

24 David llegó a Mahanaim cuando Absalón cruzaba el Jordán con todos los hombres de Israel.

25 Absalón designó a Amasa como jefe del ejército en lugar de Joab. Este Amasa era hijo de un hombre llamado Itra, israelita, el cual estaba ligado a Abigail, hija de Nahas, hermana de Sarvia, madre de Joab. 26 Israel acampó con Absalón en la tierra de Galaad.

27 Cuando David llegó a Mahanaim, Sobi, hijo de Nahas, de Rabá, de los hijos de Amón, y Maquir, hijo de Amiel, de Lodebar, y Barzilai galaadita, de Rogelim, 28 llevaron camas, tazones, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, semilla tostada, 29 miel, leche, ovejas y quesos de vaca, y los presentaron a David y al pueblo que estaba con él para que comieran, pues pensaron: El pueblo estará hambriento, cansado y sediento en región despoblada.

18 Entonces David pasó revista a la gente que tenía consigo, y designó para ellos jefes de miles y jefes de cientos. 2 Luego David envió al pueblo: una tercera parte al mando de Joab, otra tercera parte al mando de Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y la otra tercera parte al mando de Itai geteo. Y el rey dijo al pueblo: Yo mismo también saldré con ustedes. 3 Pero el pueblo dijo: No saldrás, porque si nosotros tenemos que huir, no nos harán caso. Aunque la mitad de nosotros muera, no nos harán caso, pero tú vales hoy como 10.000 de nosotros. Así que será mejor que nos ayudes desde la ciudad. 4 El rey les respondió: Haré lo que les parezca bien. Y el rey se detuvo junto a la entrada, mientras el pueblo salía por cientos y por miles. 5 Y el rey dio orden a Joab, Abisai e Itai: Traten con espíritu de perdón al joven Absalón por amor a mí. Todo el pueblo oyó cuando el rey dio orden a todos los jefes acerca de Absalón.

6 Entonces el pueblo salió a enfrentar a Israel en el campo. La batalla se libró en el bosque de Efraín. 7 Allí el pueblo de Israel fue derrotado ante los esclavos de David, y en aquel día hubo una matanza de 20.000 hombres. 8 La batalla se extendió sobre la superficie de toda aquella tierra, y en aquel día el bosque mató más gente que la que devoró la espada.

9 Absalón se halló ante los esclavos de David e iba montado en una mula. Al pasar la mula por debajo del ramaje de un gran roble, se le enredó fuertemente la cabeza en el roble, y quedó suspendido entre el cielo y la tierra. Y la mula que tenía debajo de él, siguió adelante. 10 Lo vio cierto hombre e informó a Joab: ¡Mira, acabo de ver a Absalón colgado en un roble!

11 Joab dijo al hombre que le dio la noticia: Y al verlo tú, ¿por qué no lo heriste allí y lo derribaste a tierra? Yo te habría dado 110 gramos de plata y un cinturón.

12 Pero el hombre respondió a Joab: Aunque se pesaran en mis manos 11 kilogramos de plata, yo no extendería mi mano contra el hijo del rey, porque nosotros oímos cuando el rey les dio órdenes a ti, Abisai e Itai: ¡Tengan cuidado que nadie toque al joven Absalón! 13 De otra manera, si yo hubiera actuado con traición contra su vida (y nada hay escondido del rey), tú mismo tomarías posición contra mí.

14 Joab respondió: No perderé mi tiempo contigo. Y tomó tres flechas en su mano, fue y las clavó en el corazón de Absalón, mientras aún éste estaba colgado del roble. 15 Entonces se colocaron alrededor de él los diez jóvenes escuderos de Joab, e hirieron a Absalón y acabaron de matarlo.

16 En seguida Joab tocó la corneta, y el pueblo dejó de perseguir a Israel, porque Joab detuvo al pueblo. 17 Luego, tomaron a Absalón, lo echaron a un gran hoyo en el bosque y pusieron un gran montón de piedras sobre él. Y todo Israel huyó, cada uno a su tienda.

18 Durante su vida, Absalón tomó y erigió para él el monumento que está en el valle del Rey, porque decía: No tengo algún hijo que conserve la memoria de mi nombre. Y dio al monumento su nombre, y hasta hoy se le llama columna de Absalón.

19 Entonces Ahimaas, hijo de Sadoc, dijo: Te ruego que me permitas correr y llevar al rey la buena noticia de que Yavé lo libró de la mano de sus enemigos.

20 Pero Joab le contestó: Hoy no serás hombre de buenas noticias, sino otro día las llevarás. Hoy no llevarás buenas noticias, porque el hijo del rey murió.

21 En seguida Joab dijo al etíope: Vé, dí al rey lo que viste. Y el etíope se inclinó ante Joab y corrió.

22 Pero Ahimaas, hijo de Sadoc, volvió a decir a Joab: Sea como sea, te ruego que me permitas que también yo corra tras el etíope.

Y Joab dijo: ¿Para qué corres, hijo mío, si no habrá regalos para ti?

23 Sea como sea, déjame correr. Y él le dijo: ¡Corre!

Entonces Ahimaas corrió por el camino de la llanura, y pasó adelante del etíope.

24 David estaba sentado entre las dos puertas. El vigía había subido a la azotea de la puerta en el muro. Al alzar sus ojos vio a un hombre que corría solo.

25 El vigía gritó e informó al rey.

Y el rey dijo: Si viene solo, hay buenas noticias en su boca. El hombre continuó y avanzaba. Avanzaba y se acercaba.

26 El vigía vio a otro hombre que corría. El vigía dio voces al portero: Aquí viene otro hombre que corre solo.

Y el rey respondió: Ese también trae buenas noticias.

27 Y el vigía dijo: Me parece que la carrera del primero es como la carrera de Ahimaas, hijo de Sadoc. Y dijo el rey: ¡Ése es buen hombre y trae buenas noticias!

28 Entonces Ahimaas gritó al rey: ¡Paz! Y se postró delante del rey con su rostro en tierra y dijo: ¡Bendito sea Yavé tu ʼElohim, Quien entregó a los hombres que alzaron su mano contra mi ʼadón el rey!

29 Y el rey dijo: ¿Está bien el joven Absalón?

Ahimaas respondió: Vi un gran alboroto cuando Joab envió al esclavo del rey y a tu esclavo, pero no supe qué era.

30 Entonces el rey dijo: Pasa y colócate allí. Y él pasó y se quedó allí en pie.

31 También llegó el etíope y dijo: ¡Reciba mi ʼadón el rey la noticia, pues Yavé te libró hoy de la mano de todos aquellos que se levantaron contra ti!

32 Y el rey preguntó al etíope: ¿Está bien el joven Absalón?

Y el etíope contestó: ¡Como aquel joven sean los enemigos de mi ʼadón el rey, y todos los que se levantaron contra ti!

33 El rey se conmovió profundamente, subió a la sala que estaba sobre la puerta y lloró. Mientras subía decía: ¡Hijo mío, Absalón! ¡Hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!

19 Informaron a Joab: ¡Mira, el rey llora y endecha a causa de Absalón! 2 Aquel día la victoria se convirtió en duelo para todo el pueblo, porque el pueblo oyó decir: ¡Cuán acongojado está el rey por su hijo! 3 Aquel día el pueblo entró calladamente en la ciudad, como entra calladamente la tropa avergonzada cuando huye de la batalla. 4 El rey cubrió su rostro y clamaba a gran voz: ¡Oh, hijo mío, Absalón! ¡Oh Absalón, hijo mío, hijo mío!

5 Entonces Joab entró en la casa donde estaba el rey y le dijo: Hoy cubriste de vergüenza los semblantes de todos tus esclavos que salvaron tu vida, la de tus hijos y tus hijas, tus esposas y tus concubinas, 6 al amar a los que te aborrecen y aborrecer a los que te aman. Porque hoy demostraste que nada te importan tus príncipes y esclavos, pues hoy me demuestras claramente que si Absalón estuviera vivo y todos nosotros muertos, estarías contento. 7 Ahora pues, levántate, sal y habla bondadosamente a tus esclavos, porque juro por Yavé que si no sales, no quedará ni un hombre contigo esta noche. Esto te será peor que todos los males que llegaron sobre ti desde tu juventud hasta ahora.

8 Entonces el rey se levantó y se sentó junto a la puerta. E informaron a todo el pueblo: Miren, el rey está sentado junto a la puerta, y todo el pueblo compareció ante el rey. Pero Israel había huido, cada uno a su tienda.